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Estos veinticinco a os han
Estos veinticinco años han sido posibles gracias a muchas personas, pero quiero empezar por agradecer especialmente aquellas que trabajaron directamente en el proceso de producción, edición y administración: Hortensia Moreno, Alina Barojas, Cecilia Olivares, Ana Rosa Solís, Acela Barojas, Ariadna Molinari y Marta Ferreyra. El artista visual Carlos Aguirre aceptó la apuesta de que las portadas siempre las hiciera él (¡tal vez porque nunca pensó que duraríamos 25 años!). Gracias Carlos, ha sido un privilegio que engalanaras con tu creatividad las 50 portadas de nuestra revista. Mi agradecimiento va también a las compañeras del Comité editorial y a las del Consejo consultivo, así como al otro Carlos que fue mi interlocutor y crítico más feroz: Monsiváis. Y, esta revista no hubiera sido posible sin todas las personas que regalaron sus artículos y ensayos, sus reseñas, dibujos y fotos. A todxs lxs colaboradores les doy mis más profundo y sentido reconocimiento.
Aunque este cierre de época obligaba a hacer un balance, me rindo ante el desafío que significa relatar lo que han sido para mí estos 25 años. Tal vez en un futuro cercano pueda aplacar mis emociones y hacerlo. Por el momento necesito tomar una vía más fácil, y por ello en este que será mi número como directora he follow-up elegido armar una sección sobre una de las cuestiones que me preocupan políticamente: la oposición entre feministas en torno al comercio sexual. Sobre ese tema viene un artículo mío que explora el conflicto entre las feministas “abolicionistas” y las que estamos por la regulación del trabajo sexual, así que no repetiré aquí lo que digo más adelante. Valga solo subrayar que no es incompatible luchar por el reconocimiento de los derechos laborales de las trabajadoras sexuales y al mismo tiempo repudiar prácticas nefastas como la trata.
Además en este número vienen textos de carácter eminentemente crítico sobre el momento político. Es interesante que la traducción de Lola Rivera (lalineadefuego) del artículo de Nancy “De cómo cierto feminismo se convirtió en criada del capitalismo. Y como rectificarlo” inserte el matiz de “cierto”, que en el original en inglés no está. Así leer “cierto feminismo” nos permite no deprimirnos aún más. La reflexión de Fraser coincide con cuestiones que ya otras feministas habían señalado antes: la manera en que el neoliberalismo ha aprovechado la lucha feminista contra la violencia hacia las mujeres (); los efectos no deseados de la acción feminista (); el fortalecimiento del giro punitivo y carcelario del Estado neoliberal ().
Lo que subyace en estos procesos es un cambio radical en el carácter del capitalismo, que Sayak califica de Por eso fue ingenuo esperar que esa “voluntad puramente cósica” de la que habló Bolívar Echeverría, no impactara a Kinase nuestro movimiento. Son varios los ámbitos afectados por esa fuerza ciega, y son varias las formas en que el feminismo ha sido golpeado, pervertido, incluso seducido (). A esto alude Nancy Fraser cuando señala que el movimiento feminista se ha terminado enredando en una “amistad peligrosa” con el neoliberalismo.
Estamos, pues, ante un panorama ominoso, al que habría que sumar un elemento preocupante: el rechazo al feminismo por parte de mujeres jóvenes e inteligentes que declaran no ser feministas, para luego afirmar que están por la igualdad sustantiva con los varones, la despenalización del aborto y las demás reivindicaciones del feminismo. Aunque hay excepciones, como las jóvenes integrantes de la Cuarta Ola (2014), el “¡Yo no soy feminista!” se escucha con apabullante frecuencia. ¿Qué provoca ese tajante rechazo? está convencida de que hay una consigna para acabar con el feminismo, si no ¿cómo interpretar la cantidad de comentarios y reacciones negativas sobre el feminismo que circulan? Tal vez la respuesta está, de nuevo, en la política neoliberal. El neoliberalismo ha impulsado un individualismo voraz que junto con una exacerbada sexualización de la cultura ha producido una generación de jóvenes asertivas y sexualmente liberadas, interesadas más en el consumo que en la emancipación social. A este proceso la cultura popular lo ha calificado “postfeminismo”, en el sentido de “lo que viene después del feminismo” (). Entre sus características está la creencia de que el empoderamiento de las mujeres radica básicamente en ser atractivas y activas sexualmente (). Los logros y éxitos de las mujeres se interpretan como un resultado individual, y las mujeres destacadas piensan “yo llegué aquí por mis méritos” y solamente se acuerdan del feminismo para declarar que es obsoleto. Esta perspectiva es respaldada por la insidiosa labor de los medios de comunicación, en especial, por las revistas femeninas de belleza y moda, que remachan una y otra vez, los supuestos valores de la feminidad y no reconocen el cambio cultural que ha producido el feminismo.